viernes, 28 de septiembre de 2012

Cometiste dos errores. Tu primer error, fue haberme dejado ir. El segundo, haber dejado que me diera cuenta de que estoy perfectamente bien sin ti.
Gracias por dejarme de lado. Gracias por no intentar remediar las cosas. Gracias por pasar de mi cuando más te necesité. Gracias por hacerme rabiar cada vez que hablábamos. Gracias por todas esas cosas que me hicieron crecer. Porque me di cuenta que desde que todo se torció y ya nada tenía arreglo, vi mi vida mejor sin ti. No te digo que fuese a la semana siguiente o al mes siguiente, pero conseguí olvidarme de lo que me había imaginado que eras, de tus promesas, de tus mentiras al fin y al cabo. La mentira que mas me gustaba era cuando me decías "Te quiero".
Y de todo esto comprendí que cuando alguien te quiere, lo hace siempre, no cuando le apetece. Siempre es siempre, y no hay escusas, miedos, distancias, ni nada que pueda hacerme entender que puedas quererme a ratos. Porque nadie se levanta por la mañana queriendo a alguien, y deja de quererlo a la hora de la siesta.
Ahora mírame, estoy feliz, más que cuando me creí todas tus mentiras. Nunca dejaré de quererte, porque soy así de tonta, pero dejé de prestarte atención para centrarme en mí y no en la persona que se hacía pasar por alguien que nunca fue.